jueves, enero 31, 2008

Otro daño colateral de no tener una política exterior consensuada: Nos quedamos sin submarinos

Más de un siglo después de que el cartagenero Isaac Peral diseñara y construyera el primer submarino de la historia, a día de hoy la industria militar naval española no tiene la capacidad para construir sus propios submarinos. Los astilleros de Navantia son competentes para desarrollar el buque, pero no los elementos tecnológicos como radares, sistemas de combate o electrónica, por lo que se ven obligados a buscar la colaboración de otro partner.

Su socio tradicional ha sido siempre la DCN francesa. Tanto para desarrollo de buques para nuestra Armada, como los submarinos clase S60 y los S70, que integran o han integrado la fuerza submarina de la Armada desde hace décadas; como para el desarrollo de modelos para exportar a terceros países, como es el caso del Scorpene, vendido a Chile, India y Malasia. Por supuesto que Francia se llevaba la mayor parte del pastel, tanto económica como industrialmente, pero la situación española era realmente cómoda porque, sin tener una gran industria naval, dejaba que los franceses consiguieran los contratos gracias a su mayor infuencia internacional y se aseguraban una buena carga de trabajo para los astilleros.

Así hemos estado durante más de 30 años hasta que llegó el momento de tomar una decisión sobre el proyecto de submarino S80, con Aznar en el poder. Unos años antes, tras la cancelación del proyecto NFR-90, España se devinculó del proyecto franco-italiano de fragata europea FREMM y apostó por la tecnología norteamericana. Así nacieron las F-100, que con el binomio del sistema de combate AEGIS y los radares SPY 1-D dieron un espectacular paso adelante en las capacidades antiaéreas de la Armada, siendo los únicos buques del mundo capaces de integrar el sistema de combate AEGIS en "sólo" 6.000 tonaladas.

Fragata F103

El fantástico resultado que dieron estos buques y el hecho de los europeos tienen por costumbre ningunear a España con las contrapartidas industriales de los proyectos militares conjuntos (en círculos militares está muy extendida la frase "ellos hacen el buque y nosotros ponemos las pegatinas") impulsaron al Gobierno Aznar a asociarse con los americanos para el diseño y desarrollo del S80. El buque contaría con la última tecnología de Lockheed Martin y Donald Rumsfeld arrancó en el Congreso un "sí" a la exportación de misiles Tomahawk a España, que se convertía entonces en el tercer país del mundo además del Reino Unido y de los propios Estados Unidos en poseer estos misiles.

Prototipo del S 80

Además, un consorcio de empresas norteamericanas, con Lockheed Martin a la cabeza, quería entrar en el negocio de los submarinos diesel ya que Estados Unidos sólo construye submarinos nucleares para su Navy, cuyas posibilidades de exportación son nulas. Los diesel, sin embargo, son los más demandados por la mayoría de países. El consorcio se iba a realizar con Navantia (por entonces, Izar) y con los alemanes de Kiel, para vender submarinos diesel con tecnología norteamericana a nivel mundial, lo que supondría unos beneficios y una carga de trabajo inimaginables para los astilleros españoles años atrás. De hecho, Bush llegó a recomendar a Taiwán que comprara ocho submarinos diesel a Navantia (entonces, Izar) en 2002, ante la imposibilidad de hacerlos ellos mismos. El acuerdo no se materializó por presiones chinas, pero las intenciones son claras.

Con este acuerdo, sin embargo, se rompieron más de treinta años de colaboración con Francia en este campo. A los franceses, evidentemente, les sentó como un tiro. Siguieron exportando Scorpenes conjuntamente, pero la "traición" española les había colocado en una difícil tesitura. Los astilleros franceses, al igual que los norteamericanos, están especializados en los submarinos nucleares y no pueden asumir el diseño, invegación y desarrollo de unos submarinos diesel que la Marina francesa no va a comprar, con el riesgo de que no consigan venderlos. Por tanto, necesitaban otro socio para poder seguir con el negocio.

La jugada parecía maestra. Navantia se uniría a un consorcio enorme, debilitando con su marcha a quien será ahora su nuevo competidor, la Armada española gana unos buques con la mejor tecnología norteamericana y Estados Unidos conseguía meter la zarpa en un mercado que mueve muchos millones de dólares al año. Y la grandeur de la France, pisoteada.

Todo se desarrollaba según lo previsto por Bush y Aznar hasta el cambio de gobierno en España. Gracias a "heroicidades" exaltadas por algunos, imprudencias, errores, ofensas y mentiras populistas, las cosas se han ido enfriando y el proyecto no se ha materializado. El S80 sigue adelante pero ya acumula un año de retraso y su contrucción no está exenta de problemas:
Según relatan estas fuentes, “no lo han presentado porque todavía no saben cómo va a ser el submarino, qué diseño va a tener, si va a contar con misiles Tomahawk, qué tipo de lanzaderas necesita…”. Pese a ello, Navantia acaba de pagar 10.000 euros por el folleto de otro concurso, esta vez el del ejército turco, que también pretende adquirir seis submarinos.
Otro problema es precisamente el de los misiles Tomahawk. Aunque el año pasado el entonces secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, autorizó la venta a España de estos misiles, todavía no lo ha hecho en el caso de su sistema de guiado, que es realmente lo fundamental. Sin ese sistema, que le guía hasta su objetivo con una precisión milimétrica, los Tomahawk son menos Tomahawk.
La operación S-80 la puso en marcha el ex presidente Aznar con el compromiso de Bush de cederle también el sistema de guiado, pero tras el empeoramiento de las relaciones entre España y Estados Unidos será difícil que eso llegue a buen puerto. También será casi imposible que, con Zapatero en el poder, los americanos recomienden a sus países aliados comprar el S-80 frente a los modelos francés o alemán (Estados Unidos sólo fabrica submarinos nucleares).

Teniendo en cuenta que el modelo S-80 no se puede exportar debido a su coste prohibitivo y a que algunos de sus sistemas no pueden ser vendidos sin permiso norteamericano, ¿cuál es el futuro de la exportación española de submarinos?. A día de hoy, nos hemos quedado absolutamente solos. Y solos, lamentablemente, no tenemos capacidad de exportar, con todo lo que ello conlleva en términos de I+D y puestos de trabajo. Con este panorama es factible un escenario en el que España pase en unos años de vendedor a comprador de submarinos para sus fuerzas armadas. Y todo por no tener una política exterior definida.

Los franceses, por su parte, se han quitado el hacha de la espalda. Han rediseñado el Scorpene para poder venderlo sin participación española alguna y ya se han buscado un nuevo socio: Brasil, con quien están a punto de firmar un convenio de cooperación estratégica,(más) para el desarrollo y la construcción de submarinos diésel:
Brazil is discussing with France the purchase of a $600 million Scorpene class submarine as part of an intended military alliance, a government official and a media report said Jan. 28.
Brazilian Defense Minister Nelson Jobim was in Paris for talks with French officials as well as submarine and aircraft manufacturers. He is due to meet President Nicolas Sarkozy on Jan. 29.
Los españoles, por supuesto, ni están ni se les espera.

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