'Dima', como le conocen sus amigos, es el delfín político de Vladimir Putin, una herramienta de éste para poder perpetuarse en el cargo de presidente de Rusia y, sin embargo, es el que le ha quitado precisamente el puesto de presidente. ¿Por qué?
La Federación rusa tiene algunas leyes que le hacen 'parecer' democrática. Una de ellas es una restricción que impide a un candidato presentarse como presidente tras haber ocupado ese puesto durante dos mandatos consecutivos. Como Putin no tenía intención alguna de abandonar el poder, ha decidido proponer a su 'delfín' Medvedev como candidato a la presidencia de Rusia mientras que él ocupará el cargo de Primer Ministro de su marioneta, con la idea de regresar a la presidencia en cuatro años y ocupar otro turno de ocho años al frente de Rusia. Por tanto no debería extrañarle a nadie que esta legislatura no sea más que una continuación de la política de Putin, algo que ya se ha encargado de recordar el propio 'Dima' en la misma noche de su elección.
'Dima' es un jurista de 42 años que forjó una gran relación de afecto y admiración hacia Putin mientras daba apariencia y cobertura legal a algunas operaciones de exportación de materias primas que éste realizaba cuando era encargado de las relaciones exteriores de San Petersburgo, que se convirtió en la época de Yeltsin en un importante centro de negocios.
Más tarde, Medvedev es nombrado presidente ejecutivo de Gazprom, la empresa estatal rusa de petróleo y gas y principal valor económico del país, desde dónde comienza a introducirse en las megaestructuras industriales del armamento o de la energía nuclear, todas filiales de la primera. Y de ahí a la vicepresidencia primera del gobierno de Putin en noviembre de 2005, cargo que le facilitó su posterior salto a la presidencia.
Hoy ha ganado las elecciones con un 70% de los votos y estaremos pendientes del estudio de la OSCE sobre la limpieza de las elecciones, sobre todo después de los fraudes denunciados por la oposición en las pasadas elecciones del 2 de diciembre y que quedan de manifiesto en este video:
Si lo miramos por el lado bueno, al menos la popularidad de Putin en su país es hoy tan grande - y el nivel de democracia en Rusia es tan bajo - que para asegurar la victoria de Medvedev no le ha hecho falta que la KGB atente tres veces en Moscú causando 280 muertos y echarle la culpa a los chechenos para multiplicar sus posibilidades de victoria y acabar ganando las elecciones, como ya ocurriera en 2000. Algo es algo.
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